"Para todos aquellos que buscan la luz entre las sombras como la verdad entre las mentiras"

miércoles, 26 de enero de 2011

Exámenes

Exámenes. La palabra más temida, la peor época, sin duda, en la vida del estudiante. Todo se decide a cara o cruz, en una sola oportunidad tienes que demostrar todo lo que has aprendido (o todo lo que has logrado memorizar)

El momento antes de un examen se afronta de muy diversas formas. Están los que se ponen tan nerviosos que pululan por los pasillos con 14 folios llenos de garabatos y preguntan constantemente cosas al compañero. También los hay los pasotas, los que dicen "bah, a mi esto me da igual", los sobrados, que en realidad, han estudiado más que tu y que yo juntos. Otros se limitan a decir "a mi dejadme y no me hableis, que no quiero hablar del examen" pero en cuanto oyen una conversación del tipo "pues esto lo suelen preguntar", es el primero que acerca la oreja. Hay muchos tipos más, pero ya nos llaman para entrar y tengo que dejar las reflexiones.

Entramos en el aula. Algunos intentan hacerse los remolones para sentarse lo más cerca de su amigo, o en su defecto, del más listillo de la clase. "Seguro que si me siento al lado, puedo copiar algo". Pero al final, le sientan en la última fila, apartado del mundo. O lo que es peor, en primera fila, a la vista del profesor, que no puedes ni levantar la cabeza para tomar aire porque ya te están llamando la atención...

Lo primero que se suele hacer, es poner el nombre. Ahí ya te sudan las manos y dejas una onda sobre el papel y el bolígrafo se te resbala. "Madre mía, ¿esto qué es?" "Pero, ¿esto entraba?" Y así, los pensamientos consiguen aturdirte en un primer momento, hasta que consigues enderezarte y decirte "Tranquilo, no pasa nada"

Una vez acabado el examen, todos se preguntan unos a otros a ver qué tal ha salido la cosa. Las típicas respuestas son: "Yo creo que aprobado, sí" "Uh, fenomenal!" o "Madre mia, que desastre!"

Pero al final de todo, después de tanto trabajo, cuando apruebas te das cuenta de que todo esto ha merecido la pena.

Y en mi caso significa, que cada vez estoy más cerca de conseguir mi sueño: Ser médico


¡¡Adios Neuro!! =)


lunes, 24 de enero de 2011

Una sonrisa

A veces una sonrisa es lo mejor que te puede pasar en la vida.

Una sonrisa te despierta el alma, te aturde por su intensidad, te deja en la más completa felicidad... Salir, reír, sonreír. Sonriamos a los extraños, salgamos a la vida con ganas de vivirla. Grita de felicidad, grita hasta que no tengas más fuerzas. Y ríe. Cómete la vida a mordiscos. No te preocupes por nada más. Vive aquí y ahora. Hazme reír, ríete conmigo. Olvídate de todo. Y disfruta.

Sonríeme, y me harás la persona más feliz de la tierra

viernes, 21 de enero de 2011

Antes de pensar, sentimos

¿Qué es la emoción? O más bien, ¿qué es una emoción? Ya dijo Wenger, Jones y Jones en 1962 que "Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla".

Muchos autores (desde filósofos griegos hasta neurocientíficos actuales) han intentado definirla y acotar los límites de su existencia. Antes esto, y es aplicable al resto de asuntos de la vida, me vuelvo a preguntar el por qué de la estúpida necesidad humana, a veces rozando lo obsesivo, de poner definiciones y parámetros a todos y cada uno de los conceptos que nos rodean. Pero este asunto se merece otro post.

Según Damasio, ilustre neurólogo, es necesario distinguir emoción (como un componente corporal, fisiológico) y sentimiento (como el componente psicológico-cognitivo) Es decir, algo tan simple y a la vez complejo como:

Triste -> Lloro
(sentimiento) (Emoción)

Ahora bien, el gran debate viene en qué se da antes, si el sentimiento o la emoción. Cuando comencé a estudiar este tema, enseguida pensé: "Es obvio que primero estamos tristes, somos conscientes de ello y sentimos la necesidad de llorar como una emoción asociada". Pero, ¿qué hay de las veces en las que lloramos o reímos sin saber muy bien por qué?

Dos teorías, opuestas, tratan de exponer la secuencia.
  • Según la teoría clásica, primero se da un reconocimiento de la situación en sí. Ante esto, se genera un sentimiento y finalmente lo expresamos con una emoción.
  • Sin embargo, según la teoría James-Lange (y posteriormente revisada y ampliada con mucho acierto por Schachter y el propio Damasio) primero se dará una emoción, y es de este reconocimiento de que se está dando dicha emoción, por lo que aparece el sentimiento.
Estamos claramente ante una puerta (Tercera verdad verdadera). Una contradicción más, ¿una mentira más? En este caso, creo que ambas teorías son compatibles. ¿Por qué no se pueden dar las dos cosas en distintos momentos?

Por ahora, centrémonos en la emoción. ¿Qué puede provocar una emoción? Al hacer esta pregunta, es inevitable que nos vengan a la mente cosas tan banales (o no) como un beso, una película, una canción, un león... Pensando, en cualquier caso, en objetos de nuestro exterior.

Ante el origen de las emociones, de igual modo aparecen muchas teorías, de las que me gustaría destacar tres:
  • Aristóteles dijo que todas las pasiones (emociones) son provocadas por el otro. Interesante, ¿no? Sigamos.
  • Spinoza dijo que no es el objeto en sí lo que desencadena una emoción, sino la representación subjetica que hacemos del objeto. Aún más interesante, ¿no? Una más.
  • Scheler dijo que los sentimientos/emociones son estados del yo provocados por objetos internos. ¡Toma ya!
A simple vista, pueden parecer teorías distintas y contradictorias. Personalmente, no creo que sea así.

Cuando algo nos emociona, es cierto que suele ser algún objeto/sujeto el que nos hace manifestar esa emoción. Pero también es cierto que un componente externo puede provocar distintas emociones en cada persona. Por lo que si hay un componente subjetivo. Y por último, estados de ánimo del yo interno.

En realidad, si se piensa bien (o al menos yo creo poder llegar a esta conclusión) se podría decir que todas las emociones vienen de nuestro interior, como una simbiosis perfecta entre los estímulos externos y las experiencias internas, que hace que todas y cada una de las emociones sean únicas en cada individuo. Sentimos parecido, pero nunca igual.

Esto me lleva a Damasio de nuevo: una experiencia afectiva marca el pensamiento de por vida. Y aquí es donde encuentra este autor el gran error de Descartes (y de muchos). No considerar lo que sentimos. No sería adecuado decir "Pienso, luego existo" porque antes de pensar, antes incluso de que seamos incluso conscientes de que estamos sintiendo, ya hemos sentido. "Siento, luego existo".

En definitiva, la toma racional de decisiones no parece ahora tan racional después de todo porque la emoción desempeña un papel muy importante en el juicio y la razón, por esto de que la experiencia afectiva, la experiencia en la vida, nos hace tomar decisiones con la cabeza conscientemente, sí, pero con los sentimientos de manera inconsciente.


Recordad. Antes de pensar, sentimos.


jueves, 20 de enero de 2011

Simplifiquemos

Hoy me encantaría escribir algo brillante. Algo que no se olvide fácilmente. Algo que me haga querer leerlo una y otra vez.

Pero es difícil. Es difícil concentrarse en algo así... Es difícil querer sacar lo mejor de ti cuando quieras, o cuando lo necesites. La inspiración siempre viene en el momento más inoportuno. Cuando estas en medio de algo importante, o simplemente tirando la basura. Te llegan palabras sueltas, o incluso una frase genial que te gustaría plasmar y desarrollar. Y no puedes.

El gran ADV del ser humano: Querer y no poder.

Y ya me iba a desviar del tema una vez más. Un comentario del post anterior me dijo que parecía que iba a razonar todo perfectamente para acabar simplificando de una forma sutil... ¿Soy así? Es posible. ¿Es una lo que escribe? A veces sí, otras no. Porque al escribir salen cosas de ti que pensabas que no tenías. Y sin embargo estaban dentro de ti. Entonces es algo diferente: estaban ahí, son parte de ti, pero no sabias que lo tenías. (¿Otra contradicción? Por favor, el blog es así: Mentiras y otras verdades. ¿No es ya el título una contradicción en sí? ¿Qué esperabas?)

Todo el mundo tiene algo dentro. Todo el mundo quiere, pero no puede. ¿Esto es simplificar? Si. Pero es que a veces la vida es más sencilla de lo que pensamos.

Simplifiquemos las cosas, por favor.

lunes, 17 de enero de 2011

Evidencias

Hay veces en la vida en las que las cosas están tan sumamente claras que no sabemos verlas. Es otra de las grandes estupideces del ser humano. Negación ante las evidencias. Ceguera ante los hechos reveladores.

Pero...¿por qué? Si está tan claro, si es tan sencillo, ¿por qué nos empeñamos en no verlo? ¿por qué nos empeñamos en no aceptarlo?

La mayoría de las veces suele ser por miedo. Es una verdad tan sumamente grandiosa, tan sumamente reveladora que da pánico enfrentarse a ello. Casi siempre suele ser algo que ha estado ahí, que ha estado como una verdad oculta, que sale en los momentos más inoportunos, en las fases de tu vida más desequilibrantes... Llega como algo enorme, como una ola que intenta arrastrarte... Todo sería más sencillo si nos dejáramos arrastrar por las verdades que llegan a nosotros como hechos impepinables.

Una vez más, seamos realistas y neguemos la realidad! ...contradicción, ¿coincidencia? Nada en esta vida es una coincidencia.

sábado, 8 de enero de 2011

La Felicidad

Me veo ante una hoja en blanco y no se muy bien qué hacer. Podría escribir sobre tantas cosas, que al final el folio se quedaría pequeño.
También me ha costado mucho decidir con qué bolígrafo iba a comenzar este relato, que al parecer, según la velocidad e imaginación de mis pensamientos, tratará sobre la felicidad. Al final he sido poco original. Es un tema tan sumamente utilizado por todos los grandes, medianos y pequeños pensadores, que cualquier cosa que diga, seguro que ya se había dicho antes.

La felicidad es aquello como una cosa (interesante elección de palabras, muy habituales cuando no se sabe cómo explicar algo) Ahora, para parecer culta, introduciré un recurso empleado por muchos escritores. Presten atención: Antes de comenzar a hablar sobre las teorías de la felicidad, la introduciremos mediante su definición en la RAE. Y así, el escritor o escritora en cuestión se quita mucho tiempo de cavilaciones. Ya no les voy a dejar con la intriga, así que, según la RAE: La felicidad es el estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien, es, también, satisfacción, gusto, contento.

Qué interesante definición. Al final va a resultar que el recurso del diccionario nos ha venido de perlas.

Comenzando con la primera acepción, yo veo algún que otro error claro, si bien este error puede ser semántico, está afectando seriamente a su significado filosófico. Según la definición, la felicidad es un "estado de ánimo" Hasta ahí, todos de acuerdo. ¿Alguien en la sala no está de acuerdo? Poco importa. Es lo que tiene el lenguaje escrito, no se puede debatir en directo. A menos, claro, que se disponga de un software informático de mensajería instantánea, hecho que no viene al caso. Como todo escritor que se precie, hay que desviarse esporádicamente del tema.

Volviendo a lo que nos ocupa. El problema que veo yo es este: "que se complace" ¡¿Qué se complace?! Nunca he sabido que signo va antes, ¿el de admiración o el de interrogación? ¿Qué hace uno primero, se sorprende o se pregunta? Se sorprende, en mi opinión. En ese caso, invertiremos el orden para que la admiración quede más cerca de la frase.

¿¡Qué se complace!? ¿Cómo se puede "complacer" la felicidad? Siempre había pensado en la felicidad como un fin, no como un burdo estado de ánimo que se "complace".

Ahora he llegado a un grave problema en mi relato. He tenido que dar la vuelta al folio y he perdido completamente el hilo de mis pensamientos, lo que me hace pensar que quizás no estuvieran tan hilados como pensaba.

¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, sí! De lo bueno que está el cordero con patatas de mi abuela el navidad. Yo no entiendo la gente que se pone a comer en navidad como si no hubiera un mañana. Usar expresiones coloquiales siempre ayuda a acercarse al lector.

En definitiva, como nunca sabemos cuánto vamos a durar en esta vida, lo mejor es vivir cada día como si fuera el último. Y mañana -fuerza externa todopoderosa, llámese Dios- dirá.

Al final me ha salido un relato incoherente, desorganizado y sin un tema por concreto por tratar. Ha sido tan extraño, que mientras escribía he ido oyendo mis pensamientos... Sin embargo, pienso que es brillante. Ojalá capten la ironía.

Salud!

lunes, 3 de enero de 2011

Decisiones

La mayoría de las veces, las decisiones que tomamos no suelen ser las más acertadas. Elegimos las cosas sin pensar mucho en las consecuencias o en la otra opción. Cuando vemos algo, lo queremos, lo elegimos y vamos a por ello cueste lo que cueste.

También es posible que haya personas que no se equivoquen nunca. Siempre eligen bien. Los ves por la vida sonriendo, siendo felices, porque saben que, aunque se le ponga por delante la decisión más difícil del mundo, elegirán bien. Pero yo me pregunto, ¿eligen realmente bien o es que siempre son consecuentes con lo que han elegido e intentan ser felices con ello?

¿Por qué nos tenemos conformar con lo que hemos elegido? ¿Por qué no querer siempre lo que no elegimos, lo que no tenemos, lo que no podemos tener? La vida es más interesante si buscas algo que nunca tendrás... ¿nunca?

Seamos realistas, busquemos lo imposible.